215 pessoas LGBT assassinadas nas Honduras em 7 anos https://t.co/HNYMziP5Y2 pic.twitter.com/JNkedP4SU0
— Esquerda.Net (@EsquerdaNet) April 7, 2016
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Un año tras volver del exilio, Danny Reyes, un activista homosexual hondureño aún teme ser asesinado en cualquier momento. “Yo estaba encarcelado en muchas ocasiones, he sido víctima de tortura y violencia sexual y todo a causa del activismo. En muchas ocasiones he sobrevivido persecuciones e intentos de sicarios,” dijo, en una entrevista con Index on Censorship.
Activistas en Honduras tienen que lidiar con constantes amenazas y atracos, a menudo fatales. Reyes, el coordinador del grupo activista para lesbianas, hombres homosexuales, bisexuales y transexuales Arcoíris, estuvo 10 meses en el extranjero por su propia seguridad pero se vio obligado a volver a estar a la vanguardia en la lucha contra la discriminación.
“Para poder continuar con mi vida personal y con mi trabajo, tengo que estar consciente de que eso [la muerte] puede ocurrir en cualquier momento.” Cada año se asesinan docenas de hondureños LGBT y muy pocos de los asesinatos son llevados ante la justicia, según las cifras del respetado ONG hondureño Cattrachas. Los periodistas y activistas que se pronuncian son atracados. Uno de ellos fue Juan Carlos Cruz Andara que murió tras ser apuñalado 25 veces por agresores desconocidos en junio del año pasado.
Arcoíris denunció 15 incidentes de seguridad contra sus miembros durante la segunda mitad de 2015, incluyendo vigilancia, acoso, detenciones arbitrarias, atracos, robos, amenazas, agresión sexual e incluso asesinato. Otros activistas LBGT han experimentado deshaucios, cargos falsos, difamación, desapariciones forzadas y restricciones del derecho de reunión.
Todos los activistas consultados por Index dijeron que el nivel de violencia homófoba aumentó desde la expulsión del presidente liberal Manuel Zelaya en el golpe militar de 2009.
La elección del candidato de la derecha Porfirio Lobo Sosa al año siguiente coincidió con la militarización de Honduras, un aumentó en el número de casos de violencia relacionada con las pandillas, y una restricción de los derechos humanos.
Los documentos de Cattrachas muestran que de media dos personas LGBT fueron asesinadas cada año en el país entre 1994 y 2008. Tras el golpe de 2009 el número ha subido vertiginosamente a una media de 31 asesinatos al año, según las cifras de Arcoíris. A principios de 2016 había indicaciones de que se intensificaba más la situación con el asesinato de Paola Barraza, un miembro de Arcoíris, el 24 enero. En realidad es muy difícil conocer exactamente cuántas personas han perdido la vida a causa de su sexualidad porque la gran mayoría de los casos siguen sin resolverse.
Eric Martínez Salgado, que trabaja como voluntario con el grupo activista LGBT Kukulcanhn, contó a Index que los activistas homosexuales protestaron firmemente contra la discriminación y el golpe de estado. Cree que el gobierno consideraba su grupo como una amenaza al orden social tradicional y que empezó a amenazarles para “enviar un mensaje” a otros manifestantes.
Uno de las figuras más prominentes del activismo homosexual de todos los tiempos, Walter Tróchez, fue asesinado en un tiroteo desde un coche en 2009. Los grupos de derechos humanos notaron que había sido secuestrado anteriormente, batido y amenazado por manifestarse contra el golpe de estado y abogar por derechos para homosexuales. Cuatro años más tarde, un amigo de Tróchez y también activista homosexual Germán Mendoza fue detenido y acusado de su asesinato.
Mendoza contó a Index que le guardaban en condiciones deplorables y fue torturado repetidas veces. Finalmente lo soltaron tras probar su inocencia el año pasado. Mendoza cree que fue detenido porque el gobierno quería utilizarlo “como cabeza de turco para lavarse las manos de la responsabilidad” de la muerte de Tróchez, que sigue sin resolverse. El gobierno hondureño no respondió cuando se le pidió un comentario respecto al tema.
Las guerras de las pandillas fueron un enorme factor que influyeron en el estatus de Honduras como el país con el mayor número de asesinatos en 2012, sin embargo la principal preocupación de la comunidad homosexual no son las pandillas sino el estado de las fuerzas de seguridad.
“La policía y otros agentes se constituyen en el principal perpetrador de violaciones a los derechos de la comunidad LGBT,” advirtió el año pasado la Coalición contra la Impunidad, un pacto entre 29 ONG hondureños, citando presunta “política de policía de frecuentes amenazas, detenciones arbitrarias, acoso, agresión sexual, discriminación, tortura y tratamiento cruel o degradante.”
Como resultado muchos activistas vulnerables son reacios a pedir protección, por miedo a que el contacto con la policía pueda generar mayores riesgos en la seguridad o represalias. Los periodistas que escriben sobre la violencia homofóbica en Honduras también arriesgan la vida. Dina Menza, una investigadora independiente que ha escrito mucho sobre el tema fue nominada a los premios Libertad de Expresión en 2014 otorgado por Index on Censorship por su trabajo. Meza dijo que los medios principales del país retratan la comunidad LGBT bajo una luz negativa.
Meza, que lanzó el sitio de noticias Pasos de Animal Grande el año pasado para llamar la atención sobre las dificultades que sufren los sectores más vulnerables de la sociedad, dijo que periodistas que escriben sobre la violencia contra la comunidad LGBT también han sido objeto de persecuciones. Dijo que los periodistas no sólo son agredidos físicamente por las fuerzas de seguridad y echados de eventos públicos sino son también objeto de campañas de desprestigio gubernamentales.
“Aquí el vincularnos como defensores de derechos humanos con el crimen organizado y el narcotráfico, eso es lo más normal para desprestigiar nuestra labor y para sembrar la duda en la gente sobre el trabajo que estamos haciendo,” Meza explicó. “Si vamos a nivel internacional y hablamos, dicen que tenemos una campaña en contra del estado de Honduras y que promovemos que no venga inversión, que queremos incendiar el país.”
Peter Tatchell, director del grupo activista LGBT the Peter Tatchell Foundation en Londres, pide que el mundo preste atención a los asesinatos. Dijo: “Esta violencia, extendida y escandalosa contra la comunidad LGBT hondureña apenas se reporta en el resto del mundo. Las grandes organizaciones LGBT tienden a centrase en casos de homofobia más conocidos como los de Egipto, Irán y Uganda. Lo que está pasando en Honduras es mucho peor. ¿Esta negligencia es porque es un país pequeño con pocos recursos y poco peso geopolítico? La ONG, Organización de Estados Americanos y proveedores de ayuda internacional deben hacer más para presionar al gobierno hondureño a erradicar crímenes contra la comunidad LGBT y sensibilizar al público sobre el tema a fin de combatir los prejuicios”.
Meza y los activistas entrevistados por Index también sostienen que los grupos católicos y evangélicos tienen cada vez más influencia en la sociedad hondureña. Reyes de Arcoíris ha descrito el estado, la iglesia y los medios principales como un triunvirato que ha alimentado “la impunidad, el fundamentalismo, el machismo y la misoginia” en todo el país con consecuencias desastrosas para la comunidad LGBT.
“La familia y la escuela son los primeros lugares donde nos violentan y nos discriminan. Salimos de casa a muy tempranas edades, huyendo porque la familia está construida con valores religiosos. Nos castigan de una forma cruel y la afectación psicológica es terrible,” dijo Reyes. “Las oportunidades que tenemos de trabajo o educación cada día son menos. Podemos ser trabajadores sexuales o comerciantes vendiendo en la calle o meternos en el closet para poder conseguir un trabajo, pero si se enteran de nuestra orientación sexual es casi seguro que nos despiden.”
A pesar de los riesgos a los que se enfrentan tanto él como sus amigos, Reyes dijo que la necesidad de un cambio drástico es lo que le da la fuerza para seguir luchando contra la discriminación: “Necesitamos encontrar un Honduras que esté libre de violencia y homofobia. Creemos que es nuestra responsabilidad luchar por eso, para que las próximas generaciones tengan un espacio donde vivir en un mundo mejor.”
Traducido por Caoimhin Logue. Este reportaje es de la nueva edición de la revista Index on Censorship. Se puede probar la edición digital aquí.