MEPs call on European Commission to protect investigative journalists and stand for media freedom

[vc_row][vc_column][vc_column_text]MEPs David Casa (EPP), Ana Gomes (S&D), Monica Macovei (ECR), Maite Pagazaurtundúa (ALDE) Stelios Kouloglou (GUE) and Benedek Jávor (Greens) have joined forces to push for EU legislation that will address and end “SLAPPs” – lawsuits intended to intimidate and silence investigative journalists and independent media by burdening them with exorbitant legal expenses until they abandon their opposition. According to the MEPs, the practice is abusive, poses a threat to media freedom and has no place in the European Union.

SLAPP was used, for instance, against investigative journalist Daphne Caruana Galizia and is now being used against Maltese media houses by firms associated with government corruption and the Panama Papers scandal that are threatening legal action in the United States. David Casa, Ana Gomes, Monica Macovei, Maite Pagazaurtundúa, Stelios Kouloglou and Benedek Jávor stated: “In Malta we have seen that firms like Pilatus Bank and Henley & Partners that employ these practices, using American litigation, have succeeded in having stories altered or deleted completely from online archives. And investigative journalists are prevented from reporting further on corrupt practices out of fear of further legal action. But this is not just a Maltese problem. In the UK, Appleby, the firm associated with the Paradise Papers, is using similar tactics against the Guardian and the BBC.

The cross-border nature of investigative journalism as well as the tendency to pursue legal action in jurisdictions outside the EU that only have a tenuous connection with the parties justifies and requires an EU response”.

The MEPs are calling on EU Commissioner Frans Timmermans to propose an EU anti-SLAPP directive that will include:

• The ability for investigative journalists and independent media to request that vexatious lawsuits in the EU be expediently dismissed and claim compensation;
• The establishment of punitive fines on firms pursuing these practices when recourse is made to jurisdictions outside the EU;
• The se]ng up of a SLAPP fund to support investigative journalists and independent media that choose to resist malicious a^empts to silence them and to assist in the recovery of funds due to them;
• The setting-up of an EU register that names and shames firms that pursue these abusive practices.

“We are committed to the protection of investigative journalists and media freedom across the EU and will pursue this issue until anti-SLAPP EU legislation is in place,” the MEPs stated.

Thomas Gibson from the Committee to Protect Journalists stated: “SLAPP is a serious threat to journalism and media freedom. These sums of money are in no way proportionate.

Independent journalists in Malta already face enormous challenges and restrictions. critical journalism must not be stifled. In addition to pushing for full justice of the murder of Daphne Caruana Galizia, the Commission needs to address the climate in which investigative journalists work in the country.”

Jodie Ginsberg, CEO of Index on Censorship, said: “Having a media that is free to investigate corruption and abuse of power – and free to publish the results of those investigations – is fundamental to democracy. These vexatious lawsuits – deliberately aimed at preventing journalists from carrying out such work – must be stopped.”[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_basic_grid post_type=”post” max_items=”4″ element_width=”6″ grid_id=”vc_gid:1516372688389-8d5f3054-b08d-10″ taxonomies=”1682, 14259, 18781″][/vc_column][/vc_row]

Vivir en el limbo

[vc_row][vc_column][vc_custom_heading text=”El galardonado cineasta Marco Salustro describe los desafíos periodísticos que supone documentar la difícil situación de los miles de migrantes huidos de África subsahariana, ahora retenidos en Libia”][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text]

Varios libios intentan huir del país por mar en una embarcación de goma al noroeste de Trípoli, Irish Defence Forces/Flickr

Varios libios intentan huir del país por mar en una embarcación de goma al noroeste de Trípoli, Irish Defence Forces/Flickr

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«¿Por qué, si saben que podrían morir en el mar, siguen viniendo?». Esa es la pregunta que se hacen muchos europeos sobre la constante marea de migrantes que intentan cruzar de África a Italia, Grecia y otras partes de Europa, hacinados en barcas a menudo no aptas para navegar, muchos de ellos muriendo en el intento.

Quise mostrar lo que está pasando al otro lado del Mediterráneo, en Libia. Trabajar en el país es difícil y peligroso, incluso aunque conozcas el lugar y tengas buenos contactos. No sabíamos qué esperar.

Lo que descubrimos fueron cientos de personas retenidas en campos, esperando, soñando con una vida mejor. Algunos estaban tan delgados que se les veían los huesos de la espalda. «No sabemos qué viene después», nos dijo una mujer.

Los migrantes se muestran ansiosos por hablar a la cámara, desesperados por pedir auxilio, por decir: «Estamos aquí y somos humanos, existimos». En cierto modo creen que, si el mundo ahí fuera lo supiese, pasaría algo y cambiarían las cosas. No se pueden creer que estén abandonados a su suerte.

Estos refugiados, personas desesperadas que huyen del terror en su propio país (Sudán, Eritrea y Somalia), están alojados en hangares gigantes. Los obligan a vivir allí, a menudo con comida y agua escasas, y corren el riesgo de sufrir palizas. Habitantes de una zona a medio camino entre su tierra natal y la libertad que ansían, no tienen ni la más remota idea de si podrán dejar Libia algún día.

Durante mi investigación sobre el tema, necesité acceder a centros controlados por el gobierno y obtener el permiso del ministerio del interior. Un requisito habitual son las autorizaciones firmadas por la policía u otros cuerpos, cosa que supone pasar días enteros en salas de espera y hacer múltiples llamadas a diversas oficinas. A veces ni siquiera esos preparativos bastaban, como cuando en una ocasión visité el centro Abu Slim, oficialmente controlado por el gobierno. Aunque la visita la había organizado el ministerio e iba acompañado por un agente, los milicianos, a quienes no habían consultado con antelación, nos vetaron la ventrada. Al cruzar las puertas, un grupo de jóvenes en sandalias y armados con pistolas amenazaron al director y a los agentes.

Por supuesto, al no haber libertad de prensa en Libia, apenas rascamos la superficie y tratamos de ahondar tanto como sea posible, teniendo en cuenta que lo que vemos nunca es toda la realidad.

Mientras trabajaba, todas las milicias con las que me encontré demostraban de buena gana lo bien que se les daba controlar a los migrantes, y lo más increíble de todo es que no se preocupaban por ocultar todos los abusos que perpetraban. En cierto modo parecían creer que en Europa nada de esto nos importa, mientras sigan encargándose de que no lleguen migrantes a nuestras costas. En algunos casos, la única razón por la que me permitían trabajar en un campo era porque la milicia creía que la visibilidad de los medios podría servir para presionar al gobierno.

Lo más aterrador de todo es que lo que veíamos y documentábamos era solo la mejor parte: lo que enseñan lo consideran aceptable, incluso una fuente de orgullo. Aun así, las condiciones de vida que presencié eran extremas y los abusos estaban a la orden del día. Es posible que lo que pasa cuando nadie mira sea aún más horrible.

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La muerte de más de 800 hombres, mujeres y niños ahogados en el Mediterráneo el 18 de abril de 2015 conmovió la opinión pública europea. Después de aquello, la Unión Europea declaró estar dispuesta a bombardear los barcos y puertos involucrados en el transporte de migrantes por mar. El gobierno de Trípoli, que cuenta con el apoyo de la coalición islamista Amanecer Libio, declaró su intención de intervenir en la lucha contra el tráfico de personas, e inició una campaña con la intención de demostrar que no se andaba con chiquitas a la hora de contener la llegada de migrantes. El gobierno libio también recibe apoyo de la UE a cambio de ayudar a controlar el tráfico en el Mediterráneo.

Los migrantes se han convertido en una valiosa moneda de cambio en la pugna por el poder, pues las milicias libias —de las que se cree que cumplen un papel fundamental en el mercado del tráfico de personas— se metieron en política de migración para tratar de ejercer más influencia sobre el gobierno.

Varios funcionarios del estado me contaron que no tenían los recursos suficientes para llevar a cabo ninguna de las operaciones anunciadas por el gobierno, así que habían contratado la fuerza bruta de las milicias «para asegurar las costas y evitar que se cruce ilegalmente hasta Europa».

Las historias que cuentan los migrantes son espantosas, no pueden hablar con libertad y lo que nos llega de ellos no es toda la verdad. Los migrantes con los que volví a encontrarme, cuando algunos de ellos lograron llegar a Europa, me hablaron de torturas y matanzas como parte de la rutina diaria.

Me pareció importante contar esta historia para revelar lo que ocurre más allá de donde alcanza la vista de los europeos. Mientras el público exigía un mayor esfuerzo por salvar las vidas de los migrantes en el mar Mediterráneo, los intentos del gobierno de Trípoli por mostrarse como un colaborador de confianza en las actividades de control de la migración de la UE no han hecho más que empeorar las condiciones de vida y multiplicar los peligros que sufren los migrantes en Libia.

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Marco Salustro produjo el especial Europe or Die, Libia’s Migrant Trade para VICE news y es ganador del premio Rory Peck 2016 al mejor reportaje

Este artículo fue publicado en la revista de Index on Censorship en invierno de 2016

Traducción de Arrate Hidalgo

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row content_placement=”top”][vc_column width=”1/3″][vc_custom_heading text=”Fashion Rules” font_container=”tag:p|font_size:24|text_align:left” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2F2017%2F12%2Fwhat-price-protest%2F|||”][vc_column_text]The winter 2016 issue of Index on Censorship magazine looks at fashion and how people both express freedom through what they wear.

In the issue: interviews with Lily Cole, Paulo Scott and Daphne Selfe, articles by novelists Linda Grant and Maggie Alderson plus Eliza Vitri Handayani on why punks are persecuted in Indonesia.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=”1/3″][vc_single_image image=”82377″ img_size=”medium” alignment=”center” onclick=”custom_link” link=”https://www.indexoncensorship.org/2017/12/what-price-protest/”][/vc_column][vc_column width=”1/3″ css=”.vc_custom_1481888488328{padding-bottom: 50px !important;}”][vc_custom_heading text=”Subscribe” font_container=”tag:p|font_size:24|text_align:left” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2Fsubscribe%2F|||”][vc_column_text]In print, online. In your mailbox, on your iPad.

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Temor en el aire

[vc_row][vc_column][vc_custom_heading text=”Los guerreros islamistas de Al Shabab controlan una quinta parte de Somalia y tienen su propia emisora de radio. Ismail Einashe habla con los periodistas que arriesgan su vida retransmitiendo noticias sobre las actividades del grupo terrorista”][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text]

Un periodista retransmite desde Radio Shabelle, una de las populares emisoras de Mogadiscio (Somalia), que corren peligro por pronunciarse contra la organización terrorista Al Shabab, Amisom Public Information/Flickr

Un periodista retransmite desde Radio Shabelle, una de las populares emisoras de Mogadiscio (Somalia), que corren peligro por pronunciarse contra la organización terrorista Al Shabab, Amisom Public Information/Flickr

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Cada mañana, antes de ir a trabajar en Radio Kulmiye, en el centro de Mogadiscio, Maruan Mayu Huseín tiene que comprobar que no haya bombas en su coche. «Miro debajo de las ruedas, pero normalmente ponen las bombas debajo del asiento», dice. «Si me paro en algún lado de la ciudad, entonces tengo que volver a mirar, porque a veces me sigue gente».

Los periodistas somalíes como Huseín viven bajo la amenaza constante del poderoso grupo islamista Al Shabab, estrechamente relacionado con Al Qaeda. Para el grupo, colocar una bomba debajo del asiento de un coche y detonarla a distancia es marca de la casa a la hora de matar a periodistas somalíes. Huseín lo confirma: «Conozco gente muerta y herida por culpa de las bombas que les habían colocado en el coche».

Periodistas como Hindia Hayi Mohamed, madre de cinco hijos, han sido víctimas de esta táctica de Al Shabab. Trabajaba para Radio Mogadiscio y la Televisión Nacional Somalí, dos medios estatales de noticias, cuando un coche bomba la mató a las puertas de la embajada turca en Mogadiscio el 3 de diciembre de 2015. Los integrantes de Al Shabab que la asesinaron habían colocado una bomba bajo el asiento de su coche. Era la viuda de Liban Ali Nur, director de los informativos de la Televisión Nacional Somalí y fallecido en la explosión de un atentado suicida de Al Shabab en septiembre de 2012, junto a otros tres periodistas, en una popular cafetería de la capital.

Los periodistas de radio como Huseín son vulnerables cuando salen de su casa, pues es fácil acribillarlos por la calle. Huseín es reportero para una popular emisora local que retransmite noticias a las partes sur y central de Somalia. Como cuenta a Index: «Si Al Shabab os ve a vosotros, no os dejan pasar. Si me ven a mí, me matan. Trabajar como periodista radiofónico en Somalia es muy duro. El problema es hoy puede haber un ataque terrorista aquí y, mañana, en cualquier otro lado».

La radio sigue siendo el principal medio de la gente para informarse y enterarse de las noticias en Somalia. Hay pocos periódicos impresos y un bajo índice de alfabetización. El somalí solo pasó a ser una lengua escrita en 1972 y, a causa de la guerra civil, no se publican muchos libros en el país. Internet es popular, pero se trata de un fenómeno en su mayoría urbano, especialmente entre los jóvenes y los que han vuelto de la diáspora. Los informativos de televisión existen, pero el acceso a televisores es limitado en uno de los países más pobres del mundo. Por todo ello, la radio sigue siendo crucial. Laura Hammond, experta en Somalia de la Facultad de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres, explica: «La somalí es una cultura oral, y la transmisión de información a través de la radio es una extensión de la antigua tradición de la oración y el intercambio de información por medio de la poesía y la palabra hablada».

Las fuentes radiofónicas que gozan de mayor prestigio son el canal somalí de la BBC, que hace poco celebró su sexagésimo aniversario, y el servicio somalí de Voice of America. Pero al comunicar al público las noticias sobre lo que está pasando en su país, los periodistas somalíes se exponen a una violencia e impunidad de las más terribles en el continente africano. En el Índice de Libertad de Prensa de 2017 realizado por Reporteros sin Fronteras, Somalia ocupa el puesto 167 de 180.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=”1/4″][/vc_column][vc_column width=”3/4″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

Mohamed Ibrahim Moalimuu, el secretario general del Sindicato Nacional de Periodistas Somalíes, nos lo cuenta: «Somalia sigue siendo uno de los peores países para operar como periodista, una profesión que a menudo está en el punto de mira. Son víctimas de intimidaciones constantes, arrestos arbitrarios, tortura y, en ocasiones, asesinato».

Algunos periodistas somalíes se han visto forzados a esconderse por las amenazas continuadas que reciben de Al Shabab. Un periodista al que entrevistó Index, y que quiso permanecer anónimo por razones de seguridad, cuenta: «Mi vida está patas arriba desde que Al Shabab empezó a darme caza […] Al Shabab me llama desde números desconocidos y me dice: “Tu vida está peligro.”»

El periodista es un conocido reportero de radio que cubre noticias sobre el grupo armado. Añade: «He recibido amenazas de Al Shabab. Escucharon mis reportajes sobre sus ataques terroristas y desde entonces me han amenazado de muerte». Lleva dos años ocultándose de ellos, temiendo por su vida.

En febrero de 2017, unos operativos de Al Shabab visitaron la casa de su madre. Relata: «Fueron a casa de mi madre. Le preguntaron: “¿Dónde está?” Ella les dijo que no estaba allí y le dijeron a mi madre: “La próxima vez que veas a tu hijo, estará muerto.” Le tiembla la voz al contarlo. Hoy, exhausto de pasar los días oculto de las balas de Al Shabab, añade: «Quiero recuperar mi vida, pero soy un periodista joven que vive bajo amenaza […] No puedo dejar de ser periodista. No dejaré de usar mi voz».

Según Angela Quintal, coordinadora de programación para África en el Comité para la Protección de los Periodistas, 62 de ellos han perdido la vida en Somalia desde 1992. Más de la mitad de ellos (43 en total) fueron asesinados, con Al Shabab bajo sospecha de ser responsable de la mayoría de las muertes. Pese a que los asesinatos de periodistas han disminuido desde 2012, en 2016 mataron a tres.

Los antecedentes son que, tras el colapso del estado somalí y la guerra civil de 1991, el país se sumió en una orgía de violencia y terrorismo, a lo que se añade una sequía reciente de efectos devastadores. En el vocabulario de la política internacional, Somalia era conocida como «el estado más fallido» del mundo, pero en los últimos años ha dado paso a la expresión «estado frágil». De entre todas las amenazas a las que ha hecho frente Somalia, Al Shabab, posiblemente la organización terrorista más potente de África, se lleva la palma.

En los últimos años, Al Shabab ha perdido algunos territorios en partes del sur de Somalia, como el puerto estratégico de Kismayo, así como mucho territorio en Mogadiscio. Pero aún controla amplias franjas de territorio en el país.

Al Shabab no solo ataca a periodistas radiofónicos somalíes, sino que tiene su propia emisora, llamada Al Ándalus, desde la que retransmiten propaganda yihadista con música devocional islámica, así como estridentes informativos sobre los “kafirs”, o infieles, y cuántos de ellos han matado. La emisora cuenta con un amplio alcance en las partes meridionales de Somalia y en las áreas bajo su control, y está disponible en internet.

Moalimuu dice que Al Ándalus aún funciona y emite en áreas controladas por Al Shabab.

Mary Harper, editora de BBC África e inmersa en la escritura de un libro sobre Al Shabab, afirma que las actividades radiofónicas de la organización terrorista les lleva «siglos de ventaja a Boko Haram».

En lo que respecta a sus ataques a civiles, al gobierno o a las fuerzas de la Unión Africana, según Harper, ofrece una visión bastante fidedigna, pero tiende a exagerar el número de muertos que provoca. Utilizan Al Ándalus como instrumento para suprimir la libertad de expresión y extender su propaganda radical islamista.

Moalimuu dice: «Al Shabab prohíbe la música en todas las áreas que aún controlan. Vigilan los teléfonos móviles de los jóvenes regularmente. Los smartphones y cualquier otro tipo de móvil con cámara están prohibidos en sus territorios. Esta norma sigue aún vigente en todas las áreas controladas por Al Shabab. La gente está muy frustrada, pero no les queda otra opción que obedecer si quieren seguir con vida».

Nur Hasán, un periodista y productor audiovisual retirado de Mogadiscio, explica: « Al Shabab prohíbe la música terminantemente. Si te pillan escuchando música en las zonas bajo su control, el castigo son 40 latigazos y la humillación pública».

Harper apunta que no todas las amenazas provienen de Al Shabab: «Los periodistas de Somalia están amenazados por todas las esquinas».

Pero Huseín sigue preocupado por la amenaza del grupo terrorista. Dice que algunos periodistas de radio están tan preocupados que pasan algunas noches en el estudio en lugar de dormir en sus camas. Él, por su parte, lo tiene claro: «No me preocupará la muerte hasta que venga a por mí». Hasta entonces, dice: «Seguiré mirando que no haya bombas cuando salgo de casa, pero mi destino está en manos de Dios».

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Ismail Einashe escribe reportajes regularmente para la revista Index on Censorship desde el Cuerno de África. Nació en Somalilandia y es miembro académico del Dart Center de la Universidad de Columbia con una beca Ochberg.

Este artículo fue publicado en la revista Index on Censorship en otoño de 2017.

Traducción de Arrate Hidalgo.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row content_placement=”top”][vc_column width=”1/3″][vc_custom_heading text=”Free to Air” font_container=”tag:p|font_size:24|text_align:left” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2F2017%2F12%2Fwhat-price-protest%2F|||”][vc_column_text]Through a range of in-depth reporting, interviews and illustrations, the autumn 2017 issue of Index on Censorship magazine explores how radio has been reborn and is innovating ways to deliver news in war zones, developing countries and online

With: Ismail Einashe, Peter Bazalgette, Wana Udobang[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=”1/3″][vc_single_image image=”95458″ img_size=”medium” alignment=”center” onclick=”custom_link” link=”https://www.indexoncensorship.org/2017/12/what-price-protest/”][/vc_column][vc_column width=”1/3″ css=”.vc_custom_1481888488328{padding-bottom: 50px !important;}”][vc_custom_heading text=”Subscribe” font_container=”tag:p|font_size:24|text_align:left” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2Fsubscribe%2F|||”][vc_column_text]In print, online. In your mailbox, on your iPad.

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Preventing protest coverage: How Belarus controls what the public knows

[vc_row][vc_column][vc_custom_heading text=”The winter 2017 issue of Index on Censorship magazine examines the state of the right of assembly 50 years on from 1968. Kyra McNaughton details how authorities in Belarus police the reporting of protests using data from Index on Censorship’s Mapping Media Freedom project.”][vc_column_text]

Belarus Free Theatre's Siarhai Kvachonok being arrested

Belarusian police detain Belarus Free Theatre’s Siarhai Kvachonok on Saturday March 25 2017 during protests against Presidential Decree No 3, which imposes a tax on unemployed people. (Photo: Tut.by)

“Europe’s last dictatorship” doesn’t tolerate dissent. The country’s constitution claims to protect freedom of the press, but many laws seem to contradict this.

Independent outlets are constrained by laws in favor of state-run media. Most frequently targeted are Belarus’s independent journalists and Belsat TV, alternatives to the heavily censored state-run Belarusian news. These targeted journalists often fall victim to Belarus’ restrictive regime for press accreditation, a system used by the government to “maintain its monopoly on information in one of the world’s most restrictive environments for media freedom”, according to a report by Index.

“An openly critical stance of the [Belsat TV] towards the authorities of Belarus results in the situation when it is not officially registered in the country and its journalists are pushed beyond the legal system through rules that neither grant them official accreditation, nor recognise freelancers as journalists”, said Andrei Aliaksandrau, deputy director of BelaPAN and editor of the Belarus Journal. “Reporters are subject to administrative prosecution, arrests and fines on ridiculous charges of ‘illegal production of mass media materials’”.

In order to stifle awareness of the public’s unhappiness with the current political climate, the government targets journalists covering protests before, during and after the demonstrations. Index’s Mapping Media Freedom has documented as many as 22 cases since 2015.

“For the past 20 years the authorities in Belarus have been known for their harsh police violence against street protests, including against journalists … After 2011 street protests and mass opposition rallies became rare in Belarus, right until early 2017 when people returned to the streets of Belarusian cities to protest against deterioration of economic situation. The police used brutal force again; and journalists were among those detained”, said Aliaksandrau.

With tactics ranging from detention to assault, Belarusian law enforcement specifically go after independent reporters in an effort to prevent the public from knowing the full extent of protests.

Before

Between March and May of 2017, MMF documented five cases of journalists detained before they were scheduled to cover protests.

Two Belsat TV journalists and one independent journalist were detained twice in one day on their way to cover protests on 18 March 2017. The journalists were first accused of a traffic violation, then later of stealing a car and robbing a bank, according to MMF. The journalists were going to cover one protest in a series nationwide called  against a proposed tax.

That same day, four different groups of Belsat journalists were detained in different cities to prevent coverage of demonstrations.

Also on the same day, two Belsat TV journalists were detained during a live broadcast. They were reporting on a possible protest when two police officers arrived. The two were detained without explanation and released hours later.

During

Since 2015 there are 11 documented cases on MMF of journalists being targeted while on site of a protest.

On 25 March 2017, Freedom Day in Belarus, 39 journalists across the country were detained, totalling around 90 detentions alone in the month of March, according to the European Federation of Journalists (EFJ). MMF reports seven of the 30 detained were beaten by police.

After the mass detentions on Freedom Day, 16 journalists were detained the next day during solidarity rallies across the country. Of those detained between both days, some were charged with “hooliganism” and sentenced from five to fifteen days in prison.

In 2015, as independent blogger Viktar Nikitsenka was leaving a demonstration, plain-clothed police officers seized him and dragged him into a bus where he was reportedly beaten. Information and materials were deleted from his phone and camera and his equipment was stolen. He was fined 450 euros.

When Nikitsenka filed a complaint against the officers for unlawful use of force, it was rejected.

After

On 18 March 2017, four Belsat TV crews intending to report on protests were detained in different cities. In one incident, Belsat TV journalist Ales Lyauchuk reported that he and a colleague were stopped by traffic police after covering a protest, then “dragged out of the car [and] brutally assaulted”. The two were reportedly stopped without explanation and held at the station for three hours, their equipment damaged and seized.

“They said that if this goes on, they will shoot us”, Lyauchuk said.

Five days before, video blogger Maksim Filipovich received three separate prison sentences for participating in “illegal” protests. Riot police arrested him at his parents flat, which he livestreamed.

“Targeting journalists who are trying to report on protests is misuse of official powers and it shows how little media freedom there is in Belarus”, said Joy Hyvarinen, Head of Advocacy.

As coverage of protests is censored by targeted the journalists who cover them, freedom of expression both in the form of journalism but also protest is being stifled. Instead of immediately targeting protests, the Belarusian government diminishes the purpose of a protest, since the cause can’t gain attention.

In countries like Belarus where press freedom is protected by the constitution, rulers ignore the law to advance a political agenda.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row content_placement=”top”][vc_column width=”1/3″][vc_custom_heading text=”What price protest?” font_container=”tag:p|font_size:24|text_align:left” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2F2017%2F12%2Fwhat-price-protest%2F%20|||”][vc_column_text]Through a range of in-depth reporting, interviews and illustrations, the summer 2017 issue of Index on Censorship magazine explores the 50th anniversary of 1968, the year the world took to the streets, to look at all aspects related to protest.

With: Micah White, Robert McCrum, Ariel Dorfman, Anuradha Roy and more.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=”1/3″][vc_single_image image=”96747″ img_size=”medium” alignment=”center” onclick=”custom_link” link=”https://www.indexoncensorship.org/2017/12/what-price-protest/”][/vc_column][vc_column width=”1/3″ css=”.vc_custom_1481888488328{padding-bottom: 50px !important;}”][vc_custom_heading text=”Subscribe” font_container=”tag:p|font_size:24|text_align:left” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2Fsubscribe%2F|||”][vc_column_text]In print, online. In your mailbox, on your iPad.

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Index on Censorship monitors press freedom in 42 European countries.

Since 24 May 2014, Mapping Media Freedom’s team of correspondents and partners have recorded and verified more than 3,700 violations against journalists and media outlets.

Index campaigns to protect journalists and media freedom. You can help us by submitting reports to Mapping Media Freedom.

[/vc_column_text][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_separator color=”black”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_custom_heading text=”Don’t lose your voice. Stay informed.” use_theme_fonts=”yes”][vc_separator color=”black”][vc_row_inner][vc_column_inner width=”1/2″][vc_column_text]Index on Censorship is a nonprofit that campaigns for and defends free expression worldwide. We publish work by censored writers and artists, promote debate, and monitor threats to free speech. We believe that everyone should be free to express themselves without fear of harm or persecution – no matter what their views.

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