Perdiendo el papel

[vc_row][vc_column][vc_custom_heading text=”La escasez de papel de periódico en Venezuela ha obligado a algunos periódicos a cerrar, pero los medios digitales se están expandiendo con rapidez para ocupar su lugar y mantener a la gente al tanto de las últimas noticias. Luis Carlos Díaz informa desde Caracas”][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text]

Un hombre vende periódicos en Caracas, Venezuela, FStoplight/iStock

Un hombre vende periódicos en Caracas, Venezuela, FStoplight/iStock

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En mayo, El Impulso, un periódico venezolano con más de 110 años de andadura, anunciaba su cierre. No era la primera vez. Hicieron un anuncio parecido en enero, y otro en febrero. Cada vez, los periodistas trabajaban a destajo, las páginas seguían maquetándose y había noticias de sobra. Pero algo detenía a las imprentas: no había papel.

El papel escasea en Venezuela desde hace dos años. En 2013 cerraron 10 periódicos, y muchos más han reducido su tamaño.
Los noticieros digitales están tomando el relevo y muchos periódicos han tenido que reexaminar su estrategia. El Correo del Caroni pasó de tener 32 páginas a ocho y El Nacional redujo su sección de noticias, eliminó las de cultura y deporte y se deshizo de las revistas y el suplemento literario. Hasta el Diario Vea, favorable al gobierno, anunció varias veces que estaba condenado, aunque fue rescatado más adelante.

Internet se ha convertido en el lugar donde la información procedente de todas partes del país fluye de forma más libre y espontánea. En Venezuela, un país de 29 millones de habitantes, internet solo llega al 54% de la población, pero proliferan los emprendedores digitales a medida que la gente intenta atraer a nuevos usuarios. Los ejemplos son abundantes. Entre los nuevos sitios de noticias se encuentra Poderopedia.org, lanzado en junio por un periodista de la prensa tradicional que, descontento con la situación, buscaba investigar los vínculos entre la clase política, los empresarios y los oficiales del ejército.

SIC, la revista más antigua del país, dirigida por un centro político jesuita de Caracas, ha decidido imprimir con pérdidas este año mientras trabaja en una estrategia de digitalización. La revista se enfrenta además al reto de atraer a sus suscriptores —de 56 años de media— a lo digital. La diferencia clave entre el paisaje mediático de Venezuela y el del resto del mundo es que, cuando la gente habla del fin del periodismo impreso en otros lugares, normalmente se trata de un debate sobre el cambio tecnológico; en Venezuela, es diferente. Allí, la migración a plataformas digitales es una manera de atenuar una crisis por la falta física de papel.

Fue Andiarios, una organización periodística sin ánimo de lucro de Colombia, quien rescató a El Impulso al intervenir con un envío urgente de papel. «Esto nos permitió imprimir un mes más», dice Carlos Eduardo Carmona, el presidente del diario. «Seguimos sobreviviendo día a día. Los jefes de sección se sienten como bomberos aquí, controlando emergencias constantemente».

La inflación en Venezuela ya era incapacitante (la tasa oficial en 2013 era del 60%), pero entre junio de 2013 y enero de 2014, el coste de imprimir en el país se encareció un 460%.

La carestía de papel no es más que una de las muchas peculiaridades de Venezuela. Esta economía basada en el petróleo ha formado un estado con un punto débil crónico en su mismo centro. Poco se produce de forma doméstica; casi todo es importado, incluso medicinas, alimentos básicos y recambios de automóvil. Y estos productos no se pueden comprar libremente en el mercado internacional. Todas las adquisiciones tienen que hacerse a través del estado, lo que crea un sistema extremadamente complicado que puede llevar a la escasez.

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La economía de Venezuela: cómo funciona

 

En 2003, el entonces presidente Hugo Chávez puso en marcha una ley de cambio de divisas internacionales que convirtió al gobierno en único administrador de la compraventa de dólares, al provenir estos de la industria estatal del petróleo. La ley estaba pensada para evitar la fuga de capitales y controlar el precio de alimentos básicos. Al mantener los dólares a un precio subvencionado por el gobierno, es más barato importar productos que producirlos en el país.

Actualmente Venezuela cuenta con cuatro tasas de cambio: la Tasa Cencoex, a 6,30 bolívares por dólar (solo para importaciones del estado); la Tasa Sicad 1, a 10 bolívares por dólar (en ventas a empresas controladas por el estado); la Tasa Sicad 2, a 50 bolívares por dólar (en ventas a ciudadanos controladas por el estado), y la tasa del mercado negro, que va de 65 a 80 bolívares por dólar: una tasa ilegal que, pese a no ser oficial, es común en la calle. El estado ha intentado centralizar todas las variables económicas, pero no le ha salido bien.

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El presidente Hugo Chávez pasó en 2003 una ley de cambio de divisas extranjeras que hace que sea el gobierno el único organismo habilitado para administrar la compraventa de dólares. Además, el gobierno también tiene una lista de productos prioritarios para los que concede el uso de dólares y en agosto de 2012 decidió eliminar al papel de la lista, incrementando los costes y las dificultades para el que intentase importarlo.

El efecto no empezó a notarse hasta un año después, cuando se hizo evidente que los suministros de papel se habían agotado y la carestía de papel higiénico a nivel nacional saltó a los titulares de todo el mundo. El daño sufrido por la industria del periódico, sin embargo, fue duradero. Los grandes diarios del país redujeron su número de páginas durante los siguientes seis meses, deshaciéndose de secciones y suplementos enteros.

Aunque fue en 2012, con la decisión del gobierno, cuando comenzó la crisis per se, esta se exacerbó por una sucesión de protestas que se iniciaron en febrero de 2014. Una serie de manifestaciones juveniles que exigían la dimisión del gobierno se tornaron rápidamente en enfrentamientos violentos, en los que hubo 42 muertos y más de 3.000 arrestos. En las semanas previas a las protestas, se habían celebrado manifestaciones de periodistas y estudiantes de periodismo en Caracas, Barquisimeto y Ciudad Guayana, acompañadas de una campaña en las redes sociales. El Bloque de Prensa, una organización de editores afiliados, calculó que existía una deuda a proveedores de al menos 15 millones de dólares estadounidenses.

El gobierno respondió centralizando la compra de papel un día antes de la protesta de más envergadura. A raíz de ello, ahora solamente existe una entidad autorizada para comprar papel al extranjero, y todos los periódicos y la industria editorial dependen de ella para obtener su suministro.

Carmona, de El Impulso, afirma que el proveedor de papel del estado solo cubre la mitad de la demanda de papel del país. Al contrario que otros periódicos, no se ha sentido presionado aún a cambiar su postura editorial oposicionista, pero el tamaño del diario sí se ha reducido de 48 páginas a 12 o 16. «No queremos cerrar, pero tampoco queremos formar parte de un conjunto mediático pírrico con presencia limitada. Ya no tengo espacio para reportajes. Hemos recortado información, reducido el tamaño de la tipografía y el interlineado. Tenemos menos imágenes y las noticias son telegráficas y de peor calidad, pero al menos seguimos funcionando».

Estadísticas oficiales sobre compras de dólares de enero a abril de 2014 revelan que se aprobaron 7,41 millones de dólares estadounidenses para papel destinado a los medios. Y el 85% de esta cantidad (6,3 millones de dólares) fue para Últimas Noticias, el periódico de mayor circulación del país, comprado en 2013 con capital vinculado al gobierno. Tras la adquisición, Últimas Noticias cambió su postura editorial a una progubernamental. Desde aquello, muchos de sus periodistas principales han dimitido o han sido despedidos.

Miguel Henrique Otero es editor jefe de El Nacional, actualmente el único periódico opuesto al gobierno en Caracas desde que El Universal se vendiera en julio. «El gobierno sabe perfectamente cuáles son las necesidades de los diarios. Saben que aprobaron divisas para comprar papel, pero no pagan por motivos desconocidos, que suponemos son políticos. Lo único que han de hacer es comprar una cadena mediática, una que se doblegue ante ellos, para que empiece a fluir el dinero», dice Otero.

Mariaengracia Chirinos, investigadora de comunicaciones y miembro del Instituto Prensa y Sociedad Venezuela, cree que la escasez de papel afecta más a los lectores que a las empresas: «La información ahora llega a medias. Tiene que recurrir a otros espacios y a la autoedición, que a veces es bueno, pero cuando es una respuesta a ciertas restricciones, también puede afectar la capacidad de la ciudadanía para elegir de dónde obtienen la información».

La polarización ha sido intensa en Venezuela desde el golpe de estado de 2002, pero las últimas elecciones en 2013, tras la muerte del divisivo líder Hugo Chávez, han acrecentado la frustración de los activistas de la oposición, al disputar los resultados (el margen de victoria de Nicolás Maduro fue solo del 1,49%). Fernando Giuliani, psicólogo social, explica que «la polarización es tan extrema que los medios del estado no dejan nada de espacio para temas de la oposición, ni en las noticias ni en opinión. Hemos quemado los puentes y ya no queda sitio para el diálogo».

Lo que Venezuela necesita por encima de todo es la puesta en marcha de canales de información que sean fiables y consigan acrecentar la fidelidad del público. Para los medios venezolanos, al ser los costes tan altos, la cantidad de lectores prima por encima de la calidad del contenido. Hoy por hoy, todos los usuarios digitales del país navegan sin ayuda por el complejo ambiente mediático, buscando el modo de procesar la información en un entorno en el que es difícil dilucidar las jerarquías que dominan las redes. Lo que tenemos no basta para enterarnos de lo que está pasando, pero sí está empoderando a la ciudadanía para decidir por sí misma.

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Luis Carlos Díaz es un periodista venezolano radicado en Caracas.

This article originally appeared in the autumn 2014 issue of Index on Censorship nagazine

Traducción de Arrate Hidalgo

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With: Iona Craig, Taylor Walker, Will Gore[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=”1/3″][vc_single_image image=”80562″ img_size=”medium” alignment=”center” onclick=”custom_link” link=”https://www.indexoncensorship.org/2014/09/seeing-the-future-of-journalism/”][/vc_column][vc_column width=”1/3″ css=”.vc_custom_1481888488328{padding-bottom: 50px !important;}”][vc_custom_heading text=”Subscribe” font_container=”tag:p|font_size:24|text_align:left” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2Fsubscribe%2F|||”][vc_column_text]In print, online. In your mailbox, on your iPad.

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#IndexAwards2018: Novosti weekly stands up for journalism

[vc_row][vc_column][vc_video link=”https://youtu.be/hKK5t6te-GE”][vc_column_text]Novosti weekly is a Serbian-language magazine in Croatia. It is run by journalists who are both Serbs and Croats, and are some of the most highly esteemed reporters in the country.

Although the weekly is fully funded as a Serb minority publication by the Serbian National Council, the paper deals with a whole range topics, not only those directly related to the minority status of Croatian Serbs, but also covering all the political, economic, social and cultural issues that are important for the Croatian society as a whole.  2018 Freedom of Expression Awards link

The paper’s journalists have come under intense pressure in the last year from Croatian nationalists with attacks and death threats that have been sanctioned by ultra-conservative forces in the country.

“As journalists we realise that our professional duty is to write truth, but because of the conditions in which we work, a significant part of our business has become the defence of the right to freedom of expression, without which truth is not possible,” said Novosti Weekly. 

This is against a backdrop of a nationalist coalition government led by the conservative Croatian Democratic Union (HDZ), which oversaw the sacking or demotion of 70 public broadcast  journalists in the months after it came to power in January 2016.

Novosti irritates nationalists by writing about the things Croatian society is often silent on, for instance, the war crimes committed by the Croatian side during the Balkans war in the 1990s and the role of Croatian forces in the war in Bosnia and Herzegovina.  It often uses satirical front covers to make its point.

The weekly also stands up for minorities, including LGBT groups, against the conservative forces of the Catholic Church and war veterans. One of their journalistic campaigns has been to challenge attempts by the far right to rehabilitate the Ustaše, the  fascists who were in power in Croatia during World War II.

Novosti prides itself also on classic investigative journalism, which uncovers political and corporate corruption; and they do not shy away from exposing the pressure on editors and journalists from both censorship and self-censorship.

2017 was a year which saw the further rise in Croatia of right-wing extremism and ultra-conservative tendencies.  Novosti weekly has been at the forefront of fighting the nationalist purges, becoming a forum for voices of resistance.

At the beginning of December 2016, Novosti broke a story about plans by the government, and veterans associations to install a memorial plaque with the World War II fascist slogan Za dom spremni (Ready for the Homeland) near the site of the former ustaše concentration camp at Jasenovac where more than 83,000 Serbs, Roma and Jews died.

Immediately after the release of the story in Novosti, the far-right political party A-HSP organised a protest under the windows of the magazine’s offices shouting, fascist slogans and anti-Serbian insults.

Some war veterans’ societies filed criminal charges against journalists, and others launched a series of private lawsuits against the publisher of the Novosti.

In August 2017, the extreme right piled on the pressure, accusing Croatian Serbs of setting the fires which burnt down forests in large parts of the Croatian coast during the summer.

They claimed Novosti Weekly had been encouraging the arsonists and Novosti received threats of violence – to shoot journalists and bomb the offices. The editorial team was told they would end up killed like  Charlie Hebdo journalists.

The culmination of the summer of threats happened when the A-HSP  organised another protest in front of Novosti’s offices and burnt copies of the magazine under the windows of the offices

“We would like to thank you for recognizing our work as well as for putting Novosti Weekly into the international spotlight after reaching the shortlist of the Freedom of Expression Awards,” said Novosti Weekly. “Your recognition means as much as the reactions of all relevant international journalistic organizations that stood in Weekly Novosti’s defense after facing pressure and threats for the work that we do. It’s a strong message of support that speaks volumes not only for all those who burnt out paper, but also to those who tried to ensure our destruction.”

See the full shortlist for Index on Censorship’s Freedom of Expression Awards 2018 here.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row full_width=”stretch_row_content” equal_height=”yes” el_class=”text_white” css=”.vc_custom_1490258749071{background-color: #cb3000 !important;}”][vc_column width=”1/2″][vc_custom_heading text=”Support the Index Fellowship.” font_container=”tag:p|font_size:28|text_align:center” use_theme_fonts=”yes” link=”url:https%3A%2F%2Fwww.indexoncensorship.org%2Fsupport-the-freedom-of-expression-awards%2F|||”][vc_column_text]

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